¿Existe una geopolítica chilena hoy?

24 febrero, 2010 § Deja un comentario

La geopolítica es una disciplina que afincó sus raíces en Chile como en el resto de América Latina, tarde respecto de su creación, es decir, a mediados del siglo xx, cuando varias escuelas geopolíticas habían mostrado sus alcances y límites en el resto del mundo.

Este carácter específico y tardío de la geopolítica chilena como modo de aproximación  a la realidad y como representación política de la geografía y el espacio, permite explicar en parte su frecuente dependencia intelectual e ideológica respecto de otras elaboraciones.

No existe evidencia de que exista una escuela geopolítica chilena original, que haya elaborado sus propias teorías y doctrinas, sino más bien, salvo honrosas excepciones,  encontramos una serie de autores que han reflexionado geopolíticamente la realidad geográfica de Chile, pero a partir de teorías y paradigmas «importados» desde otras latitudes y de otras escuelas.

NOTAS PARA UNA PREHISTORIA DE LA GEOPOLÍTICA CHILENA

Probablemente el primero que vió y pensó seriamente a Chile como un objeto de estudio geopolítico fue el general Ramón Cañas Montalva en la década de los años cuarenta del siglo xx, aunque los antecedentes de lo que podríamos llamar una prehistoria de la geopolítica -y hasta de la oceanopolítica chilena- pudieran estar en el poco difundido y poco conocido «Plan de Defensa del Reyno de Chile» elaborado en 1811 por un grupo de patriotas criollos bajo los auspicios del Cabildo de Santiago y de la Primera Junta de Gobierno de 1810.

Aquel  interesante Plan contiene un detallado análisis de las condiciones geográficas, climaticas y orográficas del territorio del Chile de 1810, tanto en relación con su defensa terrestre o continental, como de su borde costero, bahías y mar litoral.

Del mismo modo, la concepción o’higginiana de una alianza estratégica entre Chile y Argentina, de una flota de guerra para derribar el poder español en el Perú todavía colonial y hasta la idea de alcanzar la conquista territorial hasta el archipiélago de Chiloé y el cabo de Hornos por el sur, contiene una visión macroscópica de Chile que permite suponer una intuición geopolítica.

Pero, la geopolítica no está hecha de intuiciones.

Es posible también intuir que en la concepción militar y de defensa de la República que hiciera Diego Portales, ante la amenaza que implicaba la Confederación PeruBoliviana en los años treinta del siglo xix, hubiera implícita una concepción geopolítica orientada a un enfoque defensivo frente a los riesgos expansionistas que significaba la coalición de Perú y Bolvia en el «flanco norte» del territorio chileno.  El gobierno de Manuel Bulnes en la década de los años cuarenta del siglo xix, orientará sus esfuerzos hacia la completación del territorio nacional por el sur con la toma de posesion del Estrecho de Magallanes.

En su etapa proto-geopolítica, la política exterior del Estado de Chile y su política de defensa, entraron en una prolongada fase de estabilización territorial, después de la guerra del Pacífico (1879-1882), cuando los intereses ingleses provocaron un conflicto marítimo-terrestre que se zanjó en beneficio de la permanencia del capital británico en el control de la riqueza salitrera.

En la década de los años ochenta y noventa del siglo xix, el gobierno de Jose Manuel Balmaceda se plantea un punto de vista protogeopolítico de defensa de las riquezas naturales para el Estado de Chile.  El Ejército que se inclinó por el presidente constitucional, fue derrotado por la Marina que adhirió a los intereses conservadores y proingleses de la oligarquía chilena.

Los preludios de la geopolítica chilena, pueden interpretarse también desde el punto de vista de las prácticas geopolíticas del Estado: mientras el siglo xix fue el período de la expansión del espacio territorial soberano -hacia el norte y hacia el sur-, el siglo xx fue la fase de estabilización territorial.  Chile, desde este punto de vista geo-histórico, es todavía un espacio geopolítico y oceanopolítico que no ha terminado de definir sus grandes orientaciones y tendencias de proyección.

¿Es Chile una nación terrestre del cono sur de America Latina o una nación marítima del Pacífico sur?

¿Cuál es la vocación geopolítica esencial de Chile, en la perspectiva del siglo xxi?  ¿Una nación encerrada en su visión territorial aun en medio de la globalización, o una nación con vocación marítima y oceánica?

Muchas de estas interrogantes no fueron respondidas cuando la geopolítica chilena derivó desde la adoración del prusianismo hacia la apología del anti-comunismo pro-occidental de la seguridad nacional.

DE UNA GEOPOLÍTICA NAZI-FASCISTA A UNA GEOPOLÍTICA BIPOLAR DE LA SEGURIDAD NACIONAL

La primera mitad del siglo xx está caracterizada por un intenso debate en las escuelas militares chilenas.  Dos corrientes se disputaron entonces el interés y la preferencia de los futuros oficiales castrenses.

Desde fines del siglo xix y hasta la segunda guerra mundial, en las aulas castrenses chilenas la influencia intelectual y organizacional prusiana se observa no solo en las formas, apariencias y protocolos, sino en el armamento adquirido, en la concepción dominante de la guerra terrestre (Chile olvida entonces su condición maritima) y en la organización de un ejército concebido como una máquina de infantería, propia para luchar en trincheras.

El prusianismo dominante en las aulas castrenses chilenas, trajo consigo como un resultado natural la implantación del servicio militar obligatorio (1901) y la enseñanza de la geopolítica acunada en la Geopolitk alemana de los años veinte y treinta, fijando una suerte de «destino manifiesto» para Chile: un espacio geográfico terrestre encerrado entre la cordillera y el mar, dos inmensidades inevitables, rodeado de enemigos reales y potenciales.  (ref.: Maldonado, C.; Quiroga, P.: El prusianismo en las FF.AA. chilenas. Santiago, 1988)

Una buena parte de los oficiales chilenos, entre 1930 y 1945 adhirieron abierta o discretamente al ideario nazi-fascista y a las concepciónes geopolíticas darwinianas de Haushofer y Ratzel.  Ello aparece nítidamente en el libro «Geopolítica» de Pinochet, publicado en 1967, donde el autor, con poca originalidad intelectual, se limita a copiar párrafos completos de autores alemanes nazis o de Golbery de Couto e Silva, otro geopolítico brasileño de la misma escuela pro-alemana.

En aquel entonces, Jomini predomina sobre Clausewitz y se impone entonces una visión geopolítica del territorio asediado por enemigos vecinales.

En Chile la reflexión geopolítica nace en las escuelas militares y la hacen militares, con todo lo que ello contiene de visiones territoriales y de lecturas parciales y sesgadas.  No está demas aclarar que -en el caso de Chile- la comprensión geopolítica llegó primero a las filas castrenses y después los marinos dieron forma a su propia visión.

El sesgo ideológico de la geopolítica alemana de los años veinte y treinta, se implantó en las escuelas militares y las sucesivas generaciones de oficiales chilenos, pero ello no se tradujo al plano político de un modo sistemático.  Gobiernos tan diversos como los de Alessandri Palma, Aguirre Cerda o Juan Antonio Rios, sustentaron la visión territorial de la geopolítica chilena «a la prusiana».

Hay quienes han visto en esta lectura geopolítica una explicación de ciertas tendencias expansionistas del Estado de Chile durante el siglo XX, y en particular, por la instalación de bases chilenas en el territorio antártico.  Pero subyace tambien un «nacionalismo terrestre y defensivo» en las elites civiles y militares chilenas, que explican el propósito de crear una industria nacional propia, una línea aérea nacional propia, una infraestructura portuaria propia y hasta una industria militar propia ya desde los años treinta y reforzada por el proyecto de la CORFO y los gobiernos radicales en los años cuarenta.

Es en este periodo cuando se concibe el concepto geopolítico y estratégico del ABC (Argentina Brasil Chile) y surgen las conocidas hipotesis de conflicto con los tres países vecinos de Chile.

Se puede considerar como el verdadero iniciador de la reflexión geopolítica chilena al general Ramon Cañas Montalva, quién en los años cuarenta a través de la Revista Chilena de Geografía y otras publicaciones (como su libro Geopolítica Oceánica y Austral o sus artículos en el diario «El Magallanes» de Punta Arenas) donde advierte sobre la importancia estratégica de la proyección de Chile hacia los espacios antárticos (el organiza las primeras expediciones antárticas chilenas de 1947 y 1948) y hacia el océano Pacífico.

En cambio, fue el acercamiento estratégico hacia los Estados Unidos en el período de la II Guerra Mundial, el factor que trasladó el foco de influencia geopolítica de la potencia del norte sobre Chile, como al resto de América Latina.  La aparentemente lejana influencia prusiana fue calificada de pronazi o de profascista y la derrota de Alemania e Italia en la guerra y en las escuelas militares chilenas (especialmente del Ejército) comenzaron a leerse los autores estadounidenses.

La geopolítica estadounidense llegó con mayor intensidad a las costas chilenas en los años cincuenta y sesenta, por dos vías: la formación y entrenamiento de oficiales en la Escuela de las Américas en Panamá (dependiente del US Army) y la adquisición de equipamiento militar y sistemas de armas estdounidenses, especialmente del material desechado al término de la II Guerra Mundial y la guerra de Corea, que dió motivo a la llegada de especialistas militares de EEUU.

El que compra armas, compra la doctrina de su empleo.

En esos mismos años y desde la administraciones Eisenhower y Kennedy, el Ejército de EEUU  desarrolla, inventa y adopta la doctrina de la seguridad nacional y la ideología de la guerra antisubversiva, inspirada en los conflictos en el sudeste asiático y en las guerras de Indochina y Argelia.

La ideología y la doctrina estadounidense de la seguridad nacional, fueron adoptadas en Chile, como en muchas otras academias militares latinoamericanas, como también en Grecia, Turquía y otras zonas del mundo, en fechas y periodos coincidentes.  El concepto geopolítico implícito en la nueva ideología estadounidense de la seguridad nacional, adopta la noción del conflicto Este- Oeste, entre el mundo capitalista y el mundo comunista, de manera que las FF.AA. de Chile son introducidas gradualmente en la doctrina geopolítica bipolar, a partir de los años sesenta, coincidiendo con los gobiernos conservadores de Carlos Ibañez y Jorge Alessandri y del dc Eduardo Frei Montalva, quienes reforzaron los vinculos militares chilenos con EEUU.

Dos autores geopolíticos chilenos son claves en este período: Julio von Chrismar y Augusto Pinochet.  En 1968 ambos militares publican sus trabajos.  El propio título del trabajo de von Chrismar delata precisamente la influencia de la geopolítica alemana de carácter expansionista: «Leyes que se deducen del estudio de la expansión de los Estados«.

Ambos mantienen su evidente apego y adhesión por la vieja geopolítica alemana de corte darwiniano (Ratzel y Kyellen son citados abundamentemente por Pinochet)  y agregan a este concepto racista y nazi-fascista el ingrediente anticomunista de la ideología de la seguridad nacional, repitiendo o copiando los conceptos del geopolítico brasileño Golbery de Couto e Silva.

Ni von Chrismar ni Pinochet son autores geopolíticos originales: ellos no crean nuevos conceptos ni inician una escuela geopolítica novedosa; simplemente, copian y recopian conceptos tomados de Ratzel, Kjellen, Celerier, Golbery y otros autores extranjeros.  Esta ausencia de originalidad, sobre todo del autor Pinochet, lo llevará al ridículo de subtitular un capítulo de su libro como «Hidrografía marítima del mar»…

Otros autores como Marcos LopezCesar Caviedes (Aparición y desarrollo de doctrinas geopolíticas en países del cono sur. 1990), pertenecen claramente a la escuela ideologica y geopolítica de la seguridad nacional.

La geopolítica chilena entró entonces en un callejón intelectual sin salida: embarcada en una cruzada ideológica (de un anticomunismo primario y de un antisovietismo fuera de lógica), perdio objetividad (las revistas «Geopolítica» y «Seguridad Nacional» de la Academia de Seguridad Nacional y la posterior ANEPE de la época, asi lo muestran), se desprestigió, continuo encerrada en los cuarteles y no hubo creatividad ni innovación de conceptos.

BUSCANDO UNA SALIDA AL ATOLLADERO GEOPOLÍTICO

En 1978, el exalmirante Oscar Buzeta, (un oficial de inspiracion humanista que se separa de las filas castrenses rechazando el golpe militar de 1973) inicia un esfuerzo por intentar salir del atolladero geopolítico en que se encontraba esta reflexión a partir de la dictadura pinochetista.

Su libro «Chile geopolítico: presente y futuro» (1978, editorial CESOC), abre una nueva etapa de reflexión geopolítica orientandose al tema de la integración latinoamericana, y será seguido después por los trabajos de  Antonio Cavalla Rojas, especializado en geopolítica y geoestrategia.  Textos suyos como «Geopolítica y seguridad nacional en América» (1979) y «Estados Unidos, América Latina, Fuerzas Armadas y seguridad nacional» (1980), reflejan su orientación crítica sobre el uso de la geopolítica como una herramienta ideológica de justificación de determinados intereses políticos y económicos.

Se trataba también de sacar a la geopolítica de los cuarteles y de instalar una reflexión de especialistas civiles, que permita «airear» nuevos conceptos e ideas y replantearse el lugar de Chile en un orden internacional que se enfrentaba a retos y cambios profundos.

En esta misma linea, Genaro Arriagada publica «El pensamiento político de los militares» en 1986, donde describe y analiza la influencia de la ideología de la seguridad nacional en la geopolítica chilena de aquella época.

Por su parte Ricardo Riesco intenta proponer una reflexion acerca del consabido tema de la proyección de Chile hacia el Pacifico (inspirado en autores estadounidenses), mientras Gonzalo Santelices ha trabajado recientemente en torno al concepto de fronteras interiores («Conceptualización de las fronteras interiores«, 1995), asociado a la percepción de que persisten en el territorio nacional de Chile zonas de baja densidad poblacional y alta fragilidad geopolítica.

Creemos que en el presente y en el futuro previsible, se plantean a lo menos tres grandes tópicos e interrogantes geopolíticas, geoeconómicas y oceanopolíticas para Chile: 1º los complejos dilemas energéticos de una nación que en los próximos decenios saldrá al desarrollo; 2º los problemas y desafíos pendientes de la proyección marítima y oceánica de Chile en el espacio del océano Pacífico y en los espacios australes y antárticos; y 3º el problema de la defensa del patrimonio ecológico territorial del país, en un orden global en que la rivalidad hegemónica prevaleciente se desplaza hacia la búsqueda y control de recursos naturales escasos (agua, gas natural, litio y otros recursos energéticos).

Manuel Luis Rodríguez U.

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